Wikia Yu-Gi-Oh! The Millennium Academy
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N/A / Colores Primarios
The Beginning of the End
Kanji ザ ビギニング オブ ジ エンド
Romaji Za Biginingu obu ji Endo
Autor Louis Marlon
Personajes
Xeo Reinhold

The Beginning of the End (ザ ビギニング オブ ジ エンド, Za Biginingu obu ji Endo ?, lit. El Principio del Fin) es el prólogo de la saga El Despertar de las Bestias de Millennium Academy.

Sinopsis[]

—Sigo diciendo que esto es una mala idea, Madame Reinhold.

—Tonterías. Les aseguro que éstas serán las mejores cartas de todo el juego.

—Aun así considero peligroso utilizar aquellos escritos como base para estas cartas.

—No se preocupen caballeros, ¿qué sería lo peor que puede pasar?

La creadora del Duelo de Monstruos, Alejandra A. Amnael, mejor conocida como Xeo Reinhold fue capaz de crear tres cartas cuyos poderes sobrepasaban con creces a los de cualquier otro monstruo creado anteriormente. Se dice que el poder de aquellas cartas fue tal que el día de su creación Xeo, junto con todos los que se encontraban presentes en aquel momento, cayeron en un estado de coma que duró alrededor de un mes.

Debido a órdenes mayores por parte de los promotores de Xeo, su creadora se vio obligada de mantener las tres cartas ocultas de la vista del público, además de encerrarlas en un búnker subterráneo vigilado prácticamente todos los días. Con el paso de los años, las cartas no pasaron de ser algo más allá de un rumor, o al menos, así se mantuvieron hasta los últimos años de vida de su creadora.

En su lecho de muerte, Xeo decidió crear una cuarta carta que condensara y controlara el poder de las destructivas cartas que había sellado anteriormente. Una vez creó dicha carta, viendo su salud decrecer aún más rápido de lo normal para su edad, reveló la existencia de las cuatro cartas al público y se las encomendó a su sucesor como director en la recién fundada Millennium Academy.


Actualidad. Locación desconocida.

Varias figuras encapuchadas se reunían alrededor de lo que aparentaba ser una mesa formada por agrupaciones naturales de roca. En el centro de ésta un candelabro compuesto de tres velas blancas servía como el único punto de luz de toda la habitación envuelta en tinieblas. Aquella figura que parecía servir como la cabecilla del grupo comenzó a hablar.

—Y esa fue la historia de cómo fueron creadas las cartas que anhelamos tanto.

—¿Estamos seguros de que realmente se encuentra en la dichosa academia? —habló una voz bastante grave con un dejo de cansancio.

—Te lo puedo asegurar, querido compañero —decía una voz bastante seductora—, ¿o acaso dudas de mi investigación?

—¡Bien, vamos a por ellos! —chilló lo que aparentaba ser un tono de voz muy joven.

—Oh, vamos, mantengamos la calma. Pronto llegará el momento de su fin, ahora debemos jugar las cartas correctas si planeamos ganar este duelo.

—¿Podemos dejar esta habladuría y empezar con esto?

—Pues me parece lo más correcto, mientras más temprano empecemos, más rápido tendremos esas cartas en nuestro poder.

Con un simple movimiento de parte de la figura que actuaba como líder del extraño grupo de encapuchados, todos éstos abandonaron la habitación en un abrir y cerrar de ojos, a la vez que la luz de las velas se apaga y daba paso a la blanca luz de la luna que se filtraba por una pequeña ventana detrás de la única figura que permaneció impasible en la habitación. Mientras veía a sus subordinados partir, rebuscó entre sus ropas por una pequeña caja de madera que contenía tres cartas a las cuales observo con detenida satisfacción.

—Ahora vayan mis adeptos, consigan tantas almas como les sean posibles y ofrezcan las suyas una vez termine su misión. Recuerden, nuestro objetivo es uno y sólo uno:

Horakhty.
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